El primer paso es confeccionar un compostador. Esto se puede hacer de distintas maneras. Una de ellas es utilizando un basurero que ya no se use. Se le debe cortar la base y realizar muchos agujeros en todos lados para que haya una correcta ventilación. En la parte superior hay que colocar un plástico a modo de tapa. Este se tiene que poder sacar y poner para así poder remover el compost.
Otra alternativa es utilizar listones de madera. El objetivo es construir un cajón sin fondo ni tapa que se pueda levantar para poder sacar el compost una vez que esté listo. También se recomienda colocar un plástico que se pueda retirar en la parte de arriba.
El segundo paso es buscar un lugar en el jardín para instalar el compostador. Lo importante es ubicarlo directamente sobre la tierra, ojalá en un sitio de sombra (debajo de un árbol, por ejemplo).
Debemos tener la precaución de mantener nuestro jardín libre de basuras y malezas, así evitaremos que ratones u otros visitantes indeseados se acerquen a nuestro compost. Otra manera de espantar a lauchas y ratones es colocando un enrejado de alambre fino debajo del compostador. Es esencial que pongamos atención a estas medidas de precaución, ya que en lugares de intensa vegetación, como nuestra comuna, es donde más posibilidades hay de que aparezcan este tipo de “visitas”. Si el compost se llena de hormigas u otros insectos, la solución es revolverlo de manera regular.
¿Qué restos se deben botar en el compostador? Lo primero es poner una capa de ramas y cáscaras de piñas (si tenemos) directamente sobre la tierra. Luego procederemos a echar todos los restos orgánicos del jardín (hojas, pasto, hortalizas, ramas podadas ojalá trituradas) y del hogar (cenizas, bolsitas de té con papel incluido, cáscaras de huevo, cáscaras de frutas, verduras y hortalizas).
No se deben echar restos de pan, carne, lácteos, huesos y pescado (en general, no hay que colocar grandes cantidades de restos de comida cocinada), ni demasiadas plantas y frutos podridos, porque producen malos olores. Tampoco, los excrementos de los animales.
De lo que se trata es de que estos restos del jardín y del hogar sean atacados por microorganismos (bacterias y hongos) y se descompongan, transformándose en algo distinto y muy bueno para el suelo y las plantas. Es decir, abono.
Para esto, la capa inferior (de ramas y cáscaras de piña) no debe superar los 30 cm. Es importante que la humedad se mantenga, por esto no hay problema si el compostador se moja con la lluvia, pero siempre hay que cuidar de que haya suficiente ventilación.
Lo más importante es vigilar que el compost no se pudra. Para esto debemos tomar de vez en cuando un puñado de compost en la mano y apretarlo. Si escurre líquido, es posible que se pudra. En este caso hay que incorporar material seco como ramas y remover el montón.
Si todo funciona bien, tendrá un excelente abono orgánico en tres meses en primavera y verano y en unos seis meses en invierno. El compost listo es negruzco, tiene olor a bosque y es frío debido a la falta de actividad microbiana. Se aplica al suelo una vez al año.