Habitantes de todo el sector costero asisten a la misa y a la procesión del Jesús Nazareno en Rolecha. La historia de esta festividad se remonta a 1772, año en que llegaron doce misioneros españoles a Castro. Uno de estos sacerdotes, Fray Hilario Martinez, fijo su misión en Tenaún. Encargó a España una imagen de Jesús Nazareno, la que al poco tiempo fue llevada a la isla de Cahuach, donde de inmediato cautivó el afecto y la admiración de los isleños, construyéndose un santuario en su honor.
También contribuyó a unir y a traer la paz entre las distintas islas del sector, entre las que había pugnas y rivalidades. Cada año, miles de peregrinos acuden a Cahuach para el 29, 30 y 31 de agosto y para la “fiesta chica”, que se celebra cada tercer domingo de enero. Ésta fue instaurada en 1972 por el Cura Párroco de Achao Sergio Villegas, con el objetivo de abrir esta fiesta al turismo. “Desde un comienzo esta celebración generó una devoción muy grande, y como en Hualaihué la gente está muy vinculada con Chiloé, también se instaló con mucho apego”, expresa Antonio Van Kessel Cura Párroco de Hornopirén.
María Sánchez, una de las principales organizadoras de esta festividad en Rolecha, acota que “esta imagen llegó, por los mismos devotos, hace 10 años. Se mandó a hacer a Concepción, cuando era obispo de esa ciudad el sacerdote Antonio Moreno, quien por muchos años visitó Hualaihué. Año a año crece la devoción”.
Un 8 de febrero, hace 18 años, llegó la figura del Jesús Nazareno a la localidad de La Arena. Desde entonces se celebra esta festividad en esa fecha, también con una misa, la procesión hasta el lugar al que llegó la imagen y posteriormente la celebración. Este año compraron una torta que compartieron entre los asistentes.
“También celebramos el 30 de agosto, con una novena de noche, una comida y una pequeña fiestecita y al otro día, el 31, es la misa y la procesión”, cuenta María Lidia Millaneri Ruiz, patrona de la capilla de La Arena.
Según el Padre Antonio Van Kessel, la Fiesta de Nuestra Señora de la Candelaria es la segunda en popularidad en Hualaihué. Se celebra cada 2 de febrero en Aulen y en Llanchid, donde fueron tomadas estas fotos. Esta festividad apareció a principios del siglo XVI en Tenerife (Islas Canarias, España) y se celebra en diversas partes de Chile, como por ejemplo en Calbuco.
La fiesta en honor a la Virgen de Lourdes también es heredada de Europa. Específicamente, de Lourdes, Francia, donde los creyentes afirman que la Virgen se apareció el 11 de febrero de 1858. Rápidamente se expandió por todo el mundo. En Hualaihué se celebra cada 11 de febrero en Mañihueico y Curamín.
“Desde que comenzó la localidad de Mañihueico que se hace esta fiesta”, recuerda Rosa Marimán. “Nosotros acá nos bautizamos, hicimos la primera comunión, nos confirmamos, me casé, bauticé a mis hijos, siempre siguiendo la tradición”, añade.
“Esta fiesta es importante para la zona, porque, al igual que en otras fiestas religiosas, se pueden bautizar los niños y es una oportunidad para reforzar la fe”, opina Hernán Zúñiga, de Contao, quien asiste todos los años a la misa y a la procesión de la Virgen de Lourdes en Mañihueico.
FIESTAS RELIGIOSAS EN HUALAIHUÉ
Tercer domingo de enero: Jesús Nazareno en Rolecha.
20 enero: San Sebastián en Quildaco Bajo.
2 de febrero: Candelaria en Aulen y Llanchid.
8 de febrero: Jesús Nazareno en La Arena.
3 de febrero: Carmen en El Manzano.
4 de febrero: Cabildo de San Antonio en Hualaihué Puerto.
11 febrero: Lourdes en Mañihueico y Curamín.
27 al 29 de junio: San Pedro en Hornopirén, Aulen, Rolecha, Chauchil, Hualaihué Puerto, El Manzano, Rolecha, Aulen.
16 de julio: Carmen en Aulen y Rolecha.
30 − 31 de agosto: Jesús Nazareno en Rolecha y La Arena.
28 − 29 de septiembre: San Miguel en Aulen y Llanchid.
4 de octubre: San Francisco en Lleguimán.
22 de octubre: San Sebastián en Quildaco Bajo.
“Para las comunidades es sagrado mantener las fechas, no importa el día en que caigan las celebraciones”, dice el padre Antonio Van Kessel, quien agrega que “estas fiestas se celebran desde mucho antes de mi llegada. Su origen puede situarse hace unos 100 años o más, cuando las comunidades eran visitadas una vez al año o una vez cada dos años por misioneros itinerantes, que cuando venían hacían de todo: bautizos, casamientos, recuerdos de los difuntos, primeras comuniones, confirmaciones. Luego se compartía una comida entre todos. Nadie tenía que pagar, esto de vender comida es algo moderno. Mi única crítica es que, a veces, las fiestas terminan en borracheras. Nosotros tratamos de evitarlo, porque eso no es parte de la tradición”.