Por Karla Sandoval, psicóloga del CESFAM de Río Negro – Hornopirén
A nivel mundial, la tasa de muerte por esta causa aumenta con la llegada de los meses más cálidos. Aprenda a detectar los factores de riesgo que pueden llevar a alguien a tomar esta decisión.
El fenómeno del suicido ha sido definido y descrito de muchas formas a lo largo de los años. Esencialmente, se lo señala como el acto de quitarse la vida de manera voluntaria. Constituye una de las principales causas de muerte prematura y prevenible, encontrándose dentro de las cinco primeras causas de mortalidad entre los jóvenes de 15 a 19 años.
Anualmente, un millón de personas se suicidan en el mundo, y por cada suicidio consumado se producen entre 10 y 20 intentos. Las tasas más altas se encuentran entre los hombres, mientras que las mujeres generan mayores intentos sin lograr la consumación. En cuanto a los periodos del año, la primavera es la época en la que más suicidios se registran. La Organización Mundial de la Salud estima que para el año 2020 las muertes por suicidio podrían bordear el millón y medio de personas.
Tomando estos antecedentes en consideración, es necesario implementar estrategias que permitan detectar a tiempo los factores de riesgo, para de este modo prevenir situaciones que lamentar. Hay que tener en cuenta que el comportamiento suicida es un fenómeno complejo con múltiples causas, las que incluyen tanto predisposiciones individuales como circunstancias externas a la persona. A modo de resumen, los factores de riesgo más importantes son:
- Presencia de un trastorno mental, especialmente depresión, trastorno bipolar, esquizofrenia o trastornos asociados al consumo de sustancias.
- Previos intentos de suicidio.
- Suicidios o intentos en la familia.
- Historia de trauma o abuso.
- Pérdida reciente de un ser querido.
- Falta de apoyo social y aislamiento.
- Enfermedad física grave.
Por la complejidad del tema, existen muchos mitos alrededor del suicidio, que pueden llevar a asumir posturas equivocadas en situaciones de riesgo. Dentro de ellos tenemos:
- “El que se quiere matar no lo dice”: Falso. De cada diez personas que se suicidan, nueve de ellas comunicaron claramente su propósito y la otra dejó entrever sus intenciones.
- “El que lo dice no lo hace”: Falso. Todo el que se suicida expresó con palabras, amenazas, gestos o cambio de conducta, lo que ocurriría.
- “Todo el que se suicida está deprimido”: Falso. Si bien una persona deprimida tiene riesgo de cometer un intento o un suicidio, no todos quienes lo hacen presentan ese desajuste. Pueden padecer esquizofrenia, alcoholismo, drogadicción o trastornos de personalidad.
- “Si se desafía a quien tiene ideas suicidas, no lo intentará”: Falso. Estamos frente a una persona vulnerable en situación de crisis, cuyos mecanismos de adaptación han fracasado, predominando precisamente los deseos de autodestruirse.
- “Sólo los especialistas pueden prevenir el suicidio”: Falso. Cualquier cercano a quien está en riesgo puede ser un agente colaborador en la prevención.
- “El suicida desea morir”: Falso. Desea morir si su vida continúa de la misma manera y a la vez desea vivir si se producen los cambios que espera. Si se identifica a tiempo esta ambivalencia se puede inclinar la balanza hacia opción de la vida, de ahí la importancia de informarnos sobre el tema para contar con los conocimientos que permitan actuar a tiempo y de manera adecuada en este tipo de situaciones.
Fuente: Manual de prevención de suicidio, Ministerio de Salud, 2012.