El equipo que participó en la última ronda a Huinay, el 14 de septiembre, estuvo conformado por un amplio espectro de profesionales. De izquierda a derecha: Edgardo Gómez, interno de odontología; Andrea García, técnico en odontología; Maximiliano López, odontólogo; Rodrigo Palma, médico; Teodoro Moya, matrón; Andrea Subiabre, interna de psicología; Claudio Seda, chofer; Tito Castillo, paramédico; y Marcela Leiva, técnico dental.
El traslado del equipo de salud hacia Huinay lo financia la Fundación San Ignacio del Huinay, entidad que facilita su lancha rápida. Si el viaje en lancha convencional dura tres o más horas, en esta lancha de dos motores se llega a Huinay en poco más de una hora.
La fundación San Ignacio del Huinay propicia desde 1998 la investigación científica -marina, terrestre y atmosférica- en el Fiordo Comau, un área de gran biodiversidad.
El equipo de salud atiende en el segundo piso de la Escuela de Huinay, donde duermen los seis alumnos internos. Ahí hay un box para el médico y otro para el odontólogo/a, equipado gracias a los aportes de la Fundación San Ignacio del Huinay, la que también dota de electricidad a la escuela y a la comunidad.
El matrón Teodoro Moya forma parte de esta ronda hace 15 años, el mismo tiempo que lleva trabajando en el CESFAM de Río Negro – Hornopirén. Los primeros años se movilizaban en el famoso buque Cirujano Videla. “Antiguamente llegaban muchas más personas a atenderse, de todos los alrededores, pero esta zona se ha despoblado bastante, principalmente, porque las familias se han ido en busca de mejores oportunidades educacionales y laborales”, expresa. Junto al paramédico Tito Castillo, quien trabaja en la comuna hace siete años, se preocuparon, en esta ocasión, de vacunar a los niños de 2do y 3ero básico que no fueron vacunados el año pasado en el marco de las respectivas campañas.
Es habitual que en las rondas de salud se realicen trabajos de educación y prevención. En esta oportunidad, Andrea García y Edgardo Gómez hicieron un repaso de las técnicas de higiene bucal. Según ellos, los siete alumnos “captaron las ideas súper rápido”. “Son niños bastante buenos, sin malos hábitos, accesibles, amorosos y con buenas capacidades de aprender”, complementa el profesor Rogelio Soto. Lo más difícil de vivir y enseñar en Huinay, para él, es el aislamiento y el no contar con internet.
Adelina Hernández asistió a la ronda para que el doctor Rodrigo Palma le controlara su hipertensión, al igual que otros pacientes que acudieron ese día, como su hermano Sergio Hernández. Ruth González llevó a la pequeña Martina para que le revisaran “unas ronchitas”. Estos pacientes dicen que la ronda médica es útil, especialmente para abastecerse de los medicamentos que les permiten mantener a raya sus enfermedades crónicas. En cuanto a cómo es vivir en Huinay, coinciden en que es bonito y tranquilo, y que desde que opera la lancha de recorrido San Sebastián, que pasa por los principales lugares poblados del fiordo dos veces por semana, todo es más fácil. “Antes era muy sacrificado”, recuerdan.
En promedio, llegan entre 15 y 20 pacientes a las rondas médicas en Huinay, provenientes de distintas partes del fiordo. “Las rondas están enfocadas principalmente a atender a pacientes con enfermedades crónicas, como son las enfermedades cardiovasculares, de salud mental o dolores crónicos. Es fundamental controlarlos porque, como viven lejos, es difícil que ellos acudan al CESFAM. Muy de vez en cuando atendemos a pacientes con patologías agudas, porque es difícil que la ronda se programe justo cuando la gente se enferma. Por eso, el énfasis está puesto en los controles de niño sano, en las vacunas, en los controles cardiovasculares, gineco-obstétricos y prenatales, en que las mujeres tengan el PAP al día para prevenir el cáncer cérvico uterino, controles y educación en salud oral, etc. Pesquisar y derivar a tiempo es la única manera de evitar complicaciones que con la lejanía y el aislamiento pueden convertirse en serios problemas”, explica el doctor Rodrigo Palma.