Son las siete de la tarde del miércoles 22 de septiembre. Pese al frío, y al largo fin de semana “Bicentenario” que recién pasó, poco a poco comienzan a llegar al Liceo Hornopirén los alumnos de los tres cursos que conforman el Centro Aprender, un colegio particular subvencionado que le arrienda dicho espacio al DAEM de Hualaihué y que funciona de lunes a viernes entre las siete y las once de la noche.
Lo que lo distingue es que se trata de un centro educacional para adultos. De hecho, es el único de este tipo que existe en la Provincia de Palena y en los alrededores más cercanos, como Cochamó. Funciona desde el 2006 y más de 200 alumnos han egresado de sus aulas.
“Ésta es una parte de la educación bastante descuidada”, afirma Valeska Aguliar, coordinadora del Centro Aprender en Hornopirén. Desde que egresó de la universidad como Profesora de Educación Media de Historia y Geografía, ha trabajado con adultos, de manera paralela a sus labores diurnas de enseñanza. Primero, con programas específicos del Ministerio de Educación. Posteriormente, por cerca de tres años funcionó la Enseñanza Media para Adultos en el Liceo Hornopirén, hasta que el Centro Aprender decidió instalarse en la comuna.
El sostenedor de este colegio es Alejandro Oyarzún, quien partió con el Centro Aprender en el 2004, con las sedes de Fresia y Puerto Montt. Actualmente está evaluando la posibilidad de funcionar también en la comuna de Cochamó, tal vez, a partir del próximo año.
“Esto es un sistema regular de educación: los alumnos, después de cuarto medio, pueden estudiar lo que quieran, porque tienen el Decreto 12, es decir, se les pasan todas las asignaturas. La asistencia debe ser superior al 85%, las notas sobre 4.0, etc.”, aclara Valeska Aguilar.
La modalidad es dos por uno, es decir, un curso concentra a los alumnos de séptimo y octavo, el otro a los de primero y segundo y el otro a los de tercero y cuarto medio. En el primero hay 15, mientras que en los otros hay 43 y 42 alumnos matriculados respectivamente. “Es más difícil que la gente reconozca que no tiene la escolaridad básica completa. Eso, pese a que aquí una buena parte de las personas de más de 30 años tiene hasta máximo sexto básico, porque antes era muy difícil seguir estudiando. Por eso, tenemos la intención de poner quinto y sexto básico en un futuro, ojalá el próximo año”, acota Valeska Aguilar.
Un sacrificio que hace bien
No sólo acuden a clases alumnos de Hornopirén, sino que también de otros sectores como Pichicolo y Caleta El Manzano. Para el traslado de los 20 alumnos de esos lugares, el colegio pone a su disposición un furgón. Otros se las arreglan por su cuenta para llegar desde lugares como Chaqueihua, a 8 km de Hornopirén.
“Tenemos compañeros que realmente se sacrifican, lo que es una motivación adicional para uno”, afirma Jimena Mansilla, de 33 años. “Dejé el liceo sin ningún motivo importante. No le puse el suficiente empeño. Retomé hace unos años, pero llegué hasta segundo medio. Este año por fin decidí terminar y espero egresar de cuarto medio en diciembre. Ha sido la experiencia más enriquecedora de mi vida”, añade esta mujer que se dedica a los trabajos del hogar y a cuidar a su abuelo. Sus anhelos son conseguir un trabajo una vez que tenga cuarto medio, para independizarse. No descarta el estudiar algo más en el futuro.
Su compañera de curso Catalina Maldonado, de 22 años, de El Manzano, estudiaba en el Liceo Comercial de Puerto Montt, pero tuvo que salirse del colegio cuando tuvo a su hijo. “Me iba bien, tenía beca y todo, pero no tenía con quién dejar a mi hijo… yo quería seguir”, dice. Espera terminar en diciembre y, ojalá, seguir estudiando, aunque lo ve difícil por los altos costos económicos. “Uno madura al estudiar entre adultos, uno valora más lo que te enseñan, porque, a veces, los jóvenes se toman todo para la chacota”, expresa.
La historia de Rosa Sánchez, de 42 años, es diferente. Nacida y criada en el sector de Vodudahue y posteriormente en Leptepu, en el Fiordo Comau, estudió los primeros años en la Escuela de Huinay de ese entonces. Era una de los más de 40 alumnos que estaban internos en esa escuela en ese tiempo. “Nos iban a dejar en bote a remo y nos sacaban para las vacaciones… sufrí mucho, hambre, frío, hasta teníamos que bañarnos en el río y cocinarnos nosotros mismos”, recuerda.
En tercero básico, sus padres la retiraron de la escuela, para que ayudara a su madre con las labores de la casa y del campo, ya que su padre trabajaba lejos, en el Fundo de Reñihué. A los 19 años salió de Leptepu para irse a Puerto Montt, donde logró compatibilizar su trabajo como asesora del hogar con el estudio de los primeros seis años de la enseñanza básica. Por distintas circunstancias no pudo seguir, hasta que, tras bastantes años, retomó los estudios el año pasado, en el Centro Aprender de Hornopirén.
“Uno lo toma con más seriedad porque es más difícil, considerando que uno trabaja, es dueña de casa, tiene hijos… pero me he sentido bien, cómoda, creo que me está ayudando bastante, en muchos aspectos. Antes, por ejemplo, era mucho más retraída”, reflexiona Rosa Sánchez.
El año pasado sacó séptimo y octavo. Este año cursa primero y segundo y espera terminar cuarto medio el 2011. Confiesa, eso sí, que a veces se le hace muy pesado y que, de vez en cuando, le dan ganas de abandonarlo todo. Pero no lo va a hacer. “Me he dado cuenta de que en verdad el estudio sirve, por eso me esfuerzo tanto y trabajo duro para que mis hijos puedan llegar más allá y tener estudios superiores”, concluye.
Dato:
Estudiar en el Centro de Educación para Adultos Aprender es completamente gratis. Los interesados sólo deben presentar el certificado del último curso que completaron.