“El oficio de la lana es una tradición antigua y que se ha ido perdiendo. Palena es un lugar muy aislado y a veces se nos hace difícil vender nuestros tejidos, lo que desmotiva. Por eso, este proyecto es esperanzador, porque nos abre puertas para comercializar los tejidos, posibilitando que esto se mantenga en el tiempo”. Son los comentarios de Carmen Sandoval, tejedora de Palena que junto a otras siete señoras, y con el apoyo de la Fundación Patagonia Sur, han empezado a revalorizar su oficio y a recordar las antiguas prácticas de sus madres y abuelas.
La Fundación Patagonia Sur (www.fundacionpatagoniasur.cl) es una organización sin fines de lucro que tiene como misión fomentar la conservación de las riquezas naturales de la Patagonia en conjunto con el desarrollo social y económico de la región. En abril del 2010, en Palena, esta institución inició un proyecto piloto que tiene por objetivo aumentar la productividad de oficios que naturalmente existen en la zona, pero que por falta de redes y asistencia se han ido olvidando, perdiéndose de esta forma parte de la historia y del patrimonio cultural chileno.
En una primera etapa, la Fundación se preocupó de buscar a tejedoras, encontrándose a algunas que realizaban toda la cadena productiva, desde la esquila de la oveja, el lavado y escarmenado de la lana, hasta el hilado, el teñido natural y, finalmente, la elaboración del tejido.
La mayoría de las señoras tienen entre 45 a 75 años -sólo una tiene 30-, lo que refleja que tejer y teñir ya no resulta tan atractivo para las mujeres jóvenes, por lo que este oficio podría desaparecer si no se hace algo al respecto. Algunas son jefas de hogar y en su mayoría tejen para contar con ingresos extras, elaborando y vendiendo sus productos según los encargos que tengan. A telar y palillos tejen desde calcetas hasta mantas, pasando por chalecos y morrales. Lo principal son los accesorios para el caballo como peleros y maletas.
“Antiguamente, toda la ropa se hacía a lana por nuestras mamás o abuelas. Yo aprendí a tejer con plumas de ganso, porque mi mamá usaba los palillos de alambre y no los prestaba. Era un oficio donde participábamos todos, y de a poco hemos empezado a revalorarlo como algo nuestro”, dice Lucy La Voz, tejedora de la zona.
Según afirma Daniela Díaz, Coordinadora de Proyectos Sociales de la Fundación y responsable del proyecto, éste ha sido un verdadero desafío. “Nos encontramos con señoras talentosas, con mucho potencial y un gran conocimiento en tejidos. A través de diversas actividades y visitas mensuales hemos entrado en sus historias, dándonos cuenta de que, si bien la técnica de los tejidos es buena, con pequeñas asesorías, pero sin que pierdan la esencia de sus tejidos y su identidad, pueden confeccionar productos más atractivos para su posterior comercialización”.
La Fundación ha realizado tres capacitaciones, las que se han desarrollado en la oficina de la Fundación en Palena: una en Diseño e Innovación, otra en Teñidos Naturales y un ejercicio colectivo de Murales a Telar.
“Las señoras tienen un gran potencial, de partida, tienen la materia prima a la mano y el conocimiento para trabajarla, logrando un producto 100% natural. Las capacitaciones han sido muy bien recibidas y les han servido para otorgarle un valor agregado a lo que ellas hacían. Lo bonito es que, con pequeños detalles innovadores, aprovechan sus propios conocimientos”, expresa María Jesús Brautigam, capacitadora del proyecto.
Durante los próximos meses se quiere contar con una cantidad de tejidos considerable, los que se venderán en la oficina de la Fundación en Palena, esperando que en un futuro se puedan comercializar en otros lugares de Chile.