“Me tocaba ir en bote a Pichicolo a la escuela, a veces el frío no dejaba remar e íbamos a pata pelada no más… En los meses malos íbamos como cinco días a la escuela, era muy difícil”. Así relata Hugo Melipillán, oriundo de Puntilla Pichicolo, lo que le tocó vivir cuando fue niño. Hoy, a los 42 años, puede decir que su lucha para que sus hijos no pasaran por lo mismo dio resultados. Lo mismo pueden decir los demás socios fundadores del Club Deportivo Los Halcones de Puntilla Pichicolo, quienes dieron origen a esta institución en 1991 y que siempre tuvieron entre sus metas el contar con una escuela para sus hijos.
Puntilla Pichicolo se ubica a 20 km de la capital comunal Hornopirén y a 5 km de Pichicolo. El camino que une a Puntilla Pichicolo con Pichicolo se realizó por tramos, terminándose el último en el 2008. Antes, los habitantes de Puntilla debían ir a la escuela –y a todas partes- en bote, ya sea a Pichicolo, como lo hacía Hugo Melipillán, o a la isla de Llanchid. En cualquier caso, ir a la escuela era un sacrificio para esta comunidad de tradición pesquera conformada por 37 familias, varias de las cuales se dedican actualmente al cultivo de semillas de choritos.
Orlando Gueicha, uno de los socios fundadores del Club Deportivo Los Halcones, cuenta que “primero éramos como 19 los que jugábamos a la pelota, participábamos por Llanchid o Pichicolo, y fuimos buenos, por eso se nos ocurrió empezar con el club. Eso fue hacia el 91, y en ese entonces no había ni junta de vecinos ni nada, fuimos los primeros en organizarnos. Desde siempre nos hemos sentido diferentes a los otros clubes, porque nosotros no sólo nos juntábamos para los torneos, sino que para trabajar por la comunidad”.
De eso no hay duda, porque además de ser sostenedores de la Escuela Particular Subvencionada Los Halcones de Puntilla Pichicolo, una de las tres de este tipo que hay en Hualaihué, este club es uno de los pocos de la comuna que cuenta con un terreno propio -de 10.800 metros cuadrados, adquirido en el 2008-, en el que están construyendo un campo deportivo. Esto, gracias al apoyo municipal, entidad que les ha facilitado las maquinarias para limpiar y trabajar el sitio, los aportes de los mismos socios, y fondos estatales que se han adjudicado presentando dos proyectos al Fondo Nacional para el Fomento del Deporte (FONDEPORTE) del Instituto Nacional del Deporte. Para esto contaron con la asesoría de la Oficina de Deportes de la Municipalidad de Hualaihué, quienes confeccionaron los proyectos.
El año pasado obtuvieron $7.509.280 para la infraestructura del campo deportivo, proyecto que contemplaba la ampliación de la cancha y el mejoramiento de las condiciones del terreno, además del cierre perimetral y de un acceso amplio y estacionamiento. Este año ganaron $7.591.190 para la implementación de camarines y otras mejoras. “Queremos llegar a tener un estadio techado, con galerías y todo lo que se pueda”, dice Orlando Gueicha.
Este campo deportivo será de gran utilidad para los alumnos de la Escuela Particular Los Halcones de Puntilla Pichicolo, la que fue fundada en 1993 por los socios del club.
El toro por las astas
“En principio queríamos una escuela municipal anexa pero nos fue mal con el alcalde de ese tiempo, así que decidimos agarrar el toro por las astas y, pese a que no teníamos ni un peso para viajar y para hacer los trámites, con el esfuerzo de nuestra gente lo logramos: con el apoyo de la juventud, el trabajo voluntario y los beneficios que hicimos para juntar fondos. Primero pensábamos en una sede social no más, pero en vista de las circunstancias la hicimos de tal manera, que sirviera como escuela. Para eso contamos con la orientación del Departamento Provincial de Educación. Así, con puros hechos, hemos ido demostrando que somos un gran equipo”, cuenta Moisés White, otro de los socios fundadores del club.
“En ese entonces (en 1993) comenzamos con 38 niños, ahora son 13, pero igual vale la pena, y lo que es yo, he tenido que aprender muchísimo, porque todo el trabajo administrativo es por computador, y como acá no tenemos ni luz ni internet es algo complicado, pero me las arreglo. A los socios fundadores del club realmente los valoro mucho, porque a pesar del poco estudio que tenían salieron adelante… Acá en Puntilla Pichicolo no somos muchos, pero somos una localidad pujante, apechugadora, y la escuela es una maravilla”, dice Fabiola González, quien asumió el cargo de representante legal de la escuela hace diez años, por ser la única persona cercana a los fundadores del club deportivo que contaba con cuarto medio.
Hasta ahora han pasado siete profesores, y el gran sueño de “Los Halcones” es que alguno de sus hijos se convierta en profesor de esta escuela. “La mayoría de nuestros niños están estudiando, ya sea en la universidad o en institutos. Uno tiene que tener la mentalidad de que el hijo tiene que ser más que uno, por eso nos hemos esforzado tanto”, acota Orlando Gueicha.
Ervin González, el actual profesor, llegó en marzo de este año. “Hasta ahora ha sido una bonita experiencia, es el primer curso que tengo a mi cargo y es multigrado (de primero a quinto básico), así que he aprendido mucho. Lo único difícil es el aislamiento y los problemas de locomoción, lo que dificulta la llegada del material. Siempre hay que esperar, o viajar a Hornopirén o Puerto Montt.
Lo mismo para acceder a internet, lo que entorpece el trabajo administrativo. Que no haya luz nos impide usar la tecnología, pero la comunidad es cariñosa y bien organizada, así que hemos podido trabajar bien”, opina. En Puntilla sólo hay luz algunas horas en la tarde -producida mediante generador-, pero pronto la situación va a mejorar sustancialmente, porque SAESA está trabajando en la instalación de energía eléctrica en el sector, labores que debieran estar listas en octubre de este año.
La escuela es hasta sexto básico -a partir de esa edad, los niños deben dirigirse a El Manzano o a Hornopirén a continuar sus estudios-, pero actualmente todo es más fácil, ya que existen caminos y la comunidad se ha organizado para contar con transporte escolar. Además del profesor, trabajan en esta escuela la manipuladora de alimentos Rosa González y una auxilar que va algunas tardes a limpiar los baños, porque la sala de clases la limpian los mismos padres los sábados. Un ejemplo del compromiso de esta comunidad que ha demostrado con hechos concretos que si se quiere, se puede.