La hipertensión, o aumento de la presión sanguínea, es una condición frecuente en la población. Se estima que el 5% de los pacientes que acuden a consulta dental reciben tratamiento anti-hipertensivo. La incidencia aumenta con la edad, es decir, a medida que pasan los años aumenta el riesgo cardiovascular.
Además de la edad, otros factores de riesgo son el tabaquismo, el exceso de alcohol, la obesidad, la diabetes mellitus, el colesterol elevado, antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular, llevar una vida sedentaria, etc.
Un paciente con hipertensión bien controlada es un buen candidato para cualquier procedimiento dental. Por el contrario, una hipertensión no detectada o pobremente controlada se transforma en un problema. Esto, porque una presión sanguínea elevada aumenta el riesgo del paciente de experimentar condiciones cardiovasculares tales como dolor al pecho, infarto al miocardio y accidente cerebrovascular mientras se encuentra bajo tratamiento dental.
Para realizar algunos procedimientos dentales es necesario administrar tubos de anestesia. Estos contienen epinefrina, cuyo objetivo es concentrar el anestésico en una determinada zona para prolongar así el efecto de la anestesia. La epinefrina, que es el sustituto sintético de la adrenalina liberada por las glándulas suprarrenales, puede aumentar la presión sanguínea.
Por esta razón es que existen ciertas restricciones en el uso y la cantidad de anestesia que se administra a los pacientes hipertensos mal controlados. Si bien existe un tipo de anestesia que no se acompaña de epinefrina y que, por lo tanto, se puede administrar de forma más segura a un paciente hipertenso no controlado, tiene por desventaja que el efecto anestésico es más corto, pudiendo el paciente sentir algo de dolor. El dolor, a su vez, genera una situación de estrés que impulsa la producción de adrenalina por el organismo, elevándose así la presión sanguínea.
Es importante considerar que es muy complejo tratar a los pacientes hipertensos mal controlados, especialmente en casos de urgencias dentales, ya que existe una alta probabilidad de que el dolor les haya impedido descansar correctamente y que estén experimentando a causa de ello una situación de estrés que les provoque un aumento de la presión sanguínea.
Por todo lo anterior, es necesario reiterar la relevancia de los controles médicos y de la adherencia al tratamiento de hipertensión. De esta manera, los pacientes lograrán un adecuado control de la presión sanguínea, lo que los protegerá de eventos cardiovasculares desfavorables, aumentará su expectativa de vida y les permitirá recibir una adecuada y segura atención odontológica.
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