En nuestra zona, son muchas las personas que tienen plantas comestibles o bebestibles en sus hogares. La típica ruda o el orégano son algunos ejemplos. Aquí, algunos consejos para su cultivo en macetas.
Dónde colocarlas
Debemos buscar un lugar al que le lleguen al menos dos horas diarias de luz solar. Respecto al macetero, lo esencial es que tenga al menos 20 cm de profundidad. La tierra, si bien se puede comprar, es preferible que sea compost o humus de lombriz. A toda costa debemos evitar el uso de productos químicos de cualquier tipo, ya que son plantas que se ingerirán.
Qué especies elegir
Las posibilidades son amplias. Lavanda, romero, melisa, orégano, ciboulette, perejil y cilantro son algunas opciones. Lo importante es que sepamos cuál es el tamaño de la planta en cuestión y sus requerimientos, para cuidarla correctamente.
Cómo sembrar
Lo primero es elegir entre las dos modalidades clásicas: semillas o esqueje (patilla). Las semillas se deben enterrar a una profundidad de entre dos a tres veces su diámetro. El esqueje consiste en cortar un pedazo de unos centímetros del tallo de la planta, enterrándolo hasta la mitad, para que de ahí crezcan nuevas raíces. Ambas modalidades requieren realizarse primero en almácigos o macetas pequeñas (los potes de yogur son una buena alternativa), para mantener mejor la temperatura y los niveles de humedad. Una vez que aparezcan las primeras hojas se puede proceder con el trasplante al lugar definitivo.
Cómo trasplantar
En esta etapa debemos proceder con cuidado, pues de este proceso dependerá el futuro de nuestra planta. El momento adecuado es cuando la planta tiene varias hojas germinadas y mide más que el envase en el que se encuentra. Se debe sacar con delicadeza, sin pasar a llevar la raíz, enterrándola en el sitio definitivo y presionando la tierra, regándola de inmediato para que el sustrato se asiente. Evitar la exposición a temperaturas extremas o luz solar prolongada en el horario de mayor radiación durante los primeros días después del trasplante.
El riego
La base del cultivo (donde está la raíz), debe mantenerse húmeda. Por lo general, en otoño – invierno basta con regar una a dos veces en la semana. Que la superficie esté seca no implica necesariamente que el interior también lo esté. Por eso, se recomienda cavar con un dedo o un palito, para verificar la humedad. Se recomienda regar pausadamente y con movimientos pendulares.
Cosechar poco a poco
Para que nuestras plantas subsistan, no debemos sacar más de 1/3 de ellas y jamás debemos extraerlas de raíz. Si queremos prolongar su vida, siempre tenemos que dejarles algunas hojas y el tallo. Para secar lo extraído, podemos molerlo, ojalá con la mano, y guardarlo en frascos de vidrio, para mantener intacto su sabor y sus propiedades.
En la cocina
Albahaca: Combina muy bien con tomates, berenjenas, pimientos morrones, pescados, pollos y pastas. Usarla fresca, agregándola a las preparaciones antes de servir.
Eneldo: Ideal para los pescados y en una ensalada de pepinos con yogur natural. Se añade al final para que no pierda su aroma.
Estragón: Usar en pequeñas cantidades, porque es muy aromático. Queda muy bien con el pavo y el pollo.
Orégano: Excelente aliado del tomate y el queso, por eso es tan común utilizarlo en las pizzas. También se usa en el clásico sofrito, en caldos y para adobar carnes.
Romero: Se emplea para sopas, guisos, sofritos y marinadas de carne, siempre con mesura para que no anule a los demás sabores.
Salvia: Para saborizar carnes; combinar con zapallitos o berenjenas; añadir a una sopa de verduras; aromatizar mantequilla y acompañar pastas.
Tomillo: Buen aliado del pollo, de las verduras asadas, de los guisos y las sopas.
Fuente: Revista Mujer, La Tercera. Domingo 19 de mayo de 2013.