Por Teresa Verdugo Puentes, arquitecto (teresaverdugo@gmail.com)
En arquitectura se denomina ventilación a la renovación del aire del interior de una edificación o vivienda, mediante la extracción o la inyección de aire.
La renovación de aire en los locales habitados es una necesidad fisiológica. La respiración de los ocupantes se traduce en un consumo de oxígeno y una expulsión de gas carbónico. La falta de ventilación implica una disminución del oxígeno, volviéndose el aire ambiental nocivo para la salud.
Tanto así, que la Organización Mundial de la Salud ha definido como el Síndrome del Edificio Enfermo (SEE), a un conjunto de enfermedades originadas o estimuladas por la contaminación del aire en espacios cerrados. Se producen afecciones por la mala ventilación y la presencia contaminantes ambientales, tales como la propia respiración humana, el humo del tabaco, una mala iluminación o un alto nivel de ruido, entre otros.
Por otra parte, cualquier actividad que se realice en una vivienda produce humedad. El propio hecho de respirar aporta una cantidad de vapor de agua al aire, provocando un aumento de la humedad que propicia la aparición de condensaciones, con la consiguiente formación de mohos, hongos y deterioro de la vivienda (pintura, madera, alfombras, etc.).
Si además consideramos otros elementos que funcionan en la vivienda, como electrodomésticos, ampolletas que generan calor y, por supuesto, las estufas o cocinas a leña, tan primordiales en esta zona, el resultado es que la ventilación de la vivienda se vuelve extremadamente necesaria tanto para la salud de sus habitantes como para que la casa no se deteriore.
En síntesis, los beneficios de una buena ventilación en la vivienda son:
- Aportar aire nuevo, necesario para la respiración.
- La evacuación de olores y/o gases tóxicos.
- Proteger la vivienda de mohos y hongos.
- Garantizar aportación de aire para los aparatos de combustión (estufas).
- Asegurar un aire sano para las personas, tanto en control de la humedad, concentraciones de gases o partículas en suspensión.
- Proteger determinadas áreas de patógenos que puedan penetrar vía aire, evitándose molestias o enfermedades.
- Colaborar en el acondicionamiento térmico de la vivienda, regulando la temperatura y otorgando una sensación agradable en el interior, es decir, un ambiente confortable.
Las distintas maneras de ventilar
La ventilación puede ser forzada, es decir, provocar una renovación del aire mediante medios mecánicos como extractores de aire (por ejemplo en los baños), campanas en la cocina o ventiladores; o natural, que corresponde a cualquier corriente de aire creada por la propia arquitectura de la vivienda. Dentro de las naturales, las formas de ventilación más comunes son:
1) Ventilación cruzada: Fundamental en cualquier vivienda y especialmente útil en momentos de temperaturas altas. Consiste en abrir puertas o ventanas en lados opuestos de la casa. Al haber diferencia de temperatura y presión, se crean unas corrientes que bañan todo el recorrido.
2) Efecto chimenea:Como el aire caliente pesa menos que el frío, el aire caliente sube. Un ejemplo sería una chimenea con una ventana abierta en planta baja. El aire frío entra por la ventana y sale caliente por el hueco de la chimenea.
3) Infiltración:Rendijas en puertas o en otras superficies.
Finalmente, le ofrecemos las siguientes recomendaciones básicas:
- Ventile diariamente los dormitorios, especialmente por las mañanas para dejar salir todo el dióxido de carbono, venenoso, que soltamos al respirar por la noche.
- Ventile frecuentemente los espacios comunes de la vivienda, como comedor, estar, cocina. Tenga en cuenta que los suelos de madera absorben mucha humedad, y que el exceso de humedad produce mohos y hongos, incluso en la comida que queda en la superficie.
- En momentos de calor, la mejor forma de bajar la temperatura es abrir ventanas opuestas para que circule el aire (ventilación cruzada). Si no tiene dos ventanas opuestas, puede abrir puertas.
- Instale rejillas en las puertas de las habitaciones con poca o nula ventilación, como por ejemplo los baños.
- Aproveche los días de calor y el verano para sacar al patio los colchones, para limpiarlos del polvo y eliminar la humedad o los malos olores.
- Lave frazadas y plumones para limpiar el ambiente, en estos días pueden secarse al sol.