No se necesita un gran lugar y se pueden instalar en los bordes de las ventanas o en cualquier parte de la casa. Son las principales ventajas que ofrecen los maceteros como alternativa para quienes quieren tener plantas aromáticas, verduras y hortalizas frescas durante gran parte del año.
Una forma sencilla de acercarse a la horticultura en macetas es a través de las especies aromáticas. El perejil y el cilantro son un ejemplo: se cosechan en el mismo lugar donde se siembran, se cortan a la altura de la base y vuelven a brotar, por lo que no requieren ser resembrados para consumir y duran todo el año. En un macetero de 25 centímetros de diámetro se puede lograr una mata grande de perejil o cilantro. Otras plantas aromáticas que pueden cultivarse en macetas son: orégano, ciboulette, tomillo, estragón, romero, menta y melisa.
Es conveniente conseguirse los brotes, para ahorrar el tiempo de la germinación y el trasplantado, ya que estas variedades demoran más tiempo en crecer. Cuando tengan una altura de unos 20 cm se pueden empezar a utilizar.
Especies como el tomate, el ají, los pimentones, los cebollines (mejores que las cebollas porque ocupan menos espacio), las acelgas, las berenjenas e incluso las lechugas también pueden crecer perfectamente en maceteros. Las jardineras de alrededor de 30 centímetros de ancho por 100 de largo, con una profundidad de unos 25 cm, son bastante adecuadas, aunque los maceteros redondos también sirven.
Es muy importante no poner demasiadas plantas en un mismo macetero (por ejemplo, no más de dos plantas de tomate en una jardinera), porque de lo contrario los frutos no serán muchos y serán muy pequeños. Una lechuga requiere 20 cm entre planta y planta. Hortalizas como la zanahoria y los zapallos requieren un macetero más profundo (por lo menos 40 cm). También se pueden usar las variedades enanas para aprovechar mejor el espacio (tomates de cóctel, zanahorias pequeñas, etc.)
Se pueden conseguir las plantas brotadas o las semillas, que se deben hacer germinar previamente en un almácigo, ojalá con tierra mezclada con turba, que hay que regar a diario. Idealmente hay que plantar las semillas a fines del invierno -aunque en esta época todavía es posible hacerlo- y protegerlas de las corrientes de aire y el sol directo. Cuando las plantitas tienen como mínimo dos hojas verdaderas, deben ser trasplantadas a las macetas, con mucho cuidado para no lastimar sus raíces.
Algunos cuidados
– Importante es que los maceteros tengan agujeros de drenaje.
– La mayoría de las hortalizas necesitan por lo menos un par de horas de sol al día para crecer.
– De vez en cuando hay que girar las macetas para forzar un crecimiento uniforme. – En macetas, las hortalizas necesitan más riego y abono que cultivadas en tierra abierta.
– Si hace calor, el riego debe ser diario, pero durante el invierno o en lugares sombríos, la frecuencia disminuye.
– Abonar con fertilizantes de lenta liberación cada tres meses.