Mucho se ha hablado últimamente de la “eficiencia energética”. En términos simples, esto significa ahorrar energía, pero sin sacrificar nuestra comodidad o bienestar. En otras palabras, equivale a hacer un mejor uso de la energía de la que disponemos, ya sea para iluminarnos (electricidad), abrigarnos (combustibles como la leña, el gas o el petróleo) o producir industrialmente.
Esto es importante, porque a medida que los países se desarrollan requieren cada vez de mayores cantidades de energía. Mientras más inteligentemente se utilice, menos vulnerables son los países ante posibles dificultades de suministro, algo bastante común en Chile, cuyo nivel de dependencia energética de otros países es muy alta (en 2007 fue de un 73%).
No sólo se trata de evitar estos problemas, sino que también de contribuir con el cuidado del medio ambiente. Mientras más energía se gasta, aumentan las emisiones de gases efecto invernadero, acentuándose el proceso del calentamiento global, el que podría llegar a desencadenar cambios ambientales drásticos y mortales para muchas especies, incluyendo el ser humano.
Además, al ahorrar energía ahorramos dinero. Por eso, le damos algunos consejos para partir con la eficiencia energética por casa.
Los mayores consumidores de energía al interior del hogar son los refrigeradores. Para evitar que gasten aún más, asegúrese de que la puerta selle herméticamente y ajuste el control de la temperatura a la posición intermedia (una temperatura demasiado baja resulta más cara). Abra la puerta de este artefacto lo menos posible, póngalo lejos de fuentes de calor y fíjese en que la rejilla de la parte de atrás tenga suficiente ventilación y se mantenga limpia.
Aísle correctamente su hogar. Si sus ventanas tienen grietas, séllelas con espuma de poliuretano o, en su defecto, con silicona, e instale ventanas de doble cristal si tiene la posibilidad. Ponga cortinas gruesas. Así evitará las fugas de calor y utilizará de mejor manera su leña o la energía que use para calefaccionarse. El dinero que invierta en aislación lo recobrará en ahorros de energía.
Utilice la luz natural. Abra las cortinas durante el día y pinte las paredes de colores claros. Reemplace las ampolletas incandescentes (las típicas) por bombillas fluorescentes compactas (ampolletas de ahorro energético). Estas consumen un 80% menos energía y duran ocho veces más que una ampolleta corriente. No ilumine demasiado un cuarto. Para decidir si le sobra iluminación, apague una lámpara de mesa o afloje una ampolleta y vea si nota la diferencia. Apague la luz al salir de una habitación.
No basta con apagar los artefactos eléctricos si no los está ocupando. Desenchúfelos. Haga lo mismo con los cargadores de los celulares o computadores portátiles. Se estima que el 10% de la cuenta eléctrica es producto del consumo “vampiro” (de los artefactos que están constantemente enchufados).
Aproveche la superficie de su combustión lenta o su cocina a leña para calentar el agua en teteras, así utilizará menos el calentador de agua, que gasta grandes cantidades de energía. Reserve el agua caliente en un termo. Intentemos usar sólo leña seca: contamina menos y emite más calor.
Antes de usar la lavadora espere hasta que tenga lo suficiente para llenar la máquina, así aprovechará al máximo cada lavado, y asegúrese de mantener limpio el filtro de pelusas. Prefiera el agua fría: ahorrará gas. Acumule ropa para planchar, porque al calentarse es cuando la plancha más energía necesita.
Al cocinar, resista la tentación de abrir el horno frecuentemente. Cada vez que lo hace, la temperatura baja unos 25 grados. Tape las cacerolas y use ollas a presión: los tiempos de cocción disminuyen y se ahorra gas. Los moldes más idóneos son los metálicos de color oscuro o esmaltados (absorben mejor el calor).
Puede encontrar más consejos e información en el sitio web de la Comisión Nacional de Energía (www.cne.cl) y en el del Programa País de Eficiencia Energética (www.ppee.cl).