No basta con enviar a nuestros hijos a la sala cuna o al jardín infantil, además, como padres debemos estar comprometidos con su aprendizaje para que se desarrollen de manera integral.
Algunos principios básicos son destacar las habilidades de los niños y niñas por sobre sus debilidades, respetar sus ritmos y jamás comparar las habilidades de un niño con las de otro, ya que eso sólo genera frustración y baja autoestima.
Los padres siempre deben estar atentos a las necesidades físicas, mentales, socio-emocionales y de lenguaje de sus hijos. Todas estas áreas están relacionadas y una misma actividad puede favorecer distintos ámbitos, como por ejemplo relatar un cuento, cantar, bailar, etc.
Después de cada juego con nuestros hijos es importante preguntarles si les gustó o qué les llamó más la atención. Así potenciaremos su memoria, atención, reflexión y lenguaje.
También existen situaciones cotidianas en las que los niños se pueden incorporar. Para ellos es importante sentir que aportan y que ayudan a sus padres, además crecerá su curiosidad por descubrir cosas nuevas y harán preguntas y querrán dar ideas. Como padres siempre debemos dar respuestas, aunque los niños sean pequeños (por ejemplo de 2 a 3 años). Nada es porque sí o porque no, todo tiene una respuesta lógica que puede ser adaptada para ser entendida por ellos.
Cuando nuestros niños jueguen debemos recalcarles que ellos siempre pueden más y que son capaces de lograr las metas que se proponen. En caso de que logren el objetivo debemos felicitarlos entregándoles estímulos emocionales como abrazos, besos, etc. Si fallan tenemos que darles ánimo diciéndoles que la próxima vez lo harán mejor.
Siempre debemos favorecer que nuestros niños realicen actividades lúdicas y pedagógicas como explorar su entorno, descubrir y hacer cosas por sí mismos (elegir sus propias acciones o materiales de entre algunas alternativas, encontrar soluciones a sus problemas, etc.) e interactuar con otros niños y adultos.
Para los bebés de entre tres meses y un año se recomienda usar material llamativo, de variados colores, con diversos sonidos, etc. Por ejemplo, pelotas, botellas con agua de colores o con semillas, sonajeros, móviles, materiales con texturas manipulables y seguras, etc. A esta edad descubren echándose a la boca todo lo que encuentran, por eso es importante cuidar la higiene de los objetos. El adulto a cargo de un niño de esta edad debe hablarle, cantarle, nombrar los objetos y modelar acciones.
Los niños de uno a dos años, al ser más activos, requieren de mayor espacio para su desplazamiento. A ellos les gusta la música, las pelotas, los autos, las muñecas, los artículos de cocina, etc. A esta edad comienza el garabateo (uso de lápiz grueso y papel) así que debemos procurar que los elementos que ocupen sean seguros para su manipulación. Relevante es que los adultos presenten claramente sus normas por los reiterados conflictos que surgen a esta edad debido al egocentrismo.
Con los niños de tres a seis años se pueden usar juegos o materiales más complejos como rompecabezas, juegos de encaje, palos para construir, legos y utensilios. A esta edad también pueden realizar dibujos libremente y, como en todas las etapas, el lenguaje y la buena comunicación son fundamentales.
Todo esto debe ir acompañado de una formación valórica que parte en el momento en que nuestros hijos nacen. Primero, con el vínculo y el apego entre padres e hijos, es decir, entregándoles mucho amor, respeto y seguridad, aunque siempre con las normas y límites claramente establecidos. Es necesario que en el hogar los niños también tengan sus horarios y rutinas. Sin duda, la mejor manera de educar es complementar el cariño con la disciplina.
El aprendizaje en casa
Abril 2, 2010. Archivado en categoría: Sin categoría
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